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La paz de una católica y apostólica familia se ve amenazada por una
femme fatale (Rosa Quintana), que introduce la tentacion en
su seno, por lo cual, y tras diversas vicisitudes culebronescas, será
convenientemente castigada al final de la película. Buñuel aprovecha este
argumento pobre y maniqueo para contar con imágenes lo que no está escrito
en el guión, y que, sin duda, es lo único interesante de la película: el
obsceno beso matrimonial que delata la pasión del marido (Fernado Soler)
por Susana, la competencia sexual entre los distintos protagonistas
masculinos, -el capataz, el hijo del terrateniente, etc.- para obtener los
favores de la vampiresa, las armas de seducción de ésta, o la hipócrita
beatería de las supuestas víctimas.
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