Este
hombre, reconocido por todos como el "Padre de la Genética",
se llamó Gregorio Mendel. Él fundó una nueva doctrina acerca
de la herencia de los individuos que, en su homenaje, se conoce
todavía como "mendelismo". Hijo de un granjero,
poseía Mendel mismo una gran destreza como cultivador, al
punto que dedicó una parcela de terreno adyacente de la abadía
de Brünn al cruzamiento (o "hibridización") de ciertas
plantas, como la arveja común.
El
pensamiento básico, especie de "leit motiv" o hilo
conductor de sus especulaciones científicas, era que debían
existir algunas relaciones matemáticas sencillas entre las
formas características de las plantas en las diversas generaciones
de híbridos. Para probar su teoría, Mendel comenzó a cultivar
un número de variedades de arvejas comunes (y no de alverjillas,
como suele decirse) y cruzar las mismas en diferentes combinaciones.
Clasificó luego las plantas de cada generación y trató de
hallar las reglas matemáticas a que el resultado obedecía.
En marzo de 1865, el ahora director del Jardín Botánico
de Brünn, leyó ante los miembros de la Sociedad de Ciencias
Naturales de esa ciudad, las conclusiones a las que había
arribado luego de once años de pacientes estudios. Como sucede
a menudo con los descubrimientos revolucionarios, Mendel fue
oído pero no escuchado. Su trabajo, hoy memorable, fue publicado
y displicentemente archivado en los Anales de la mencionada
institución científica.
En
Francia, el químico Pasteur (nacido el mismo año que Mendel)
fue también víctima de la incomprensión de los científicos
de su tiempo...
El
clima intelectual de esa época no estaba preparado para comprender
el descubrimiento trascendental realizado por el monje agustino.
Su gran contribución a la Biología y a la Medicina hubo de
permanecer olvidada todavía por varios decenios, hasta que
el yacente y anciano siglo XIX dio paso a un pujante nuevo
siglo, destinado a aportar a la Humanidad progresos científicos
y técnicos no sospechados hasta entonces.
Hacia
1900, el holandés Hugo de Vries, el alemán Carlos Correns
y el austríaco Erich Tschermak comprobaron, independientemente,
que lo que cada uno de ellos se proponía revelar al mundo
científico como un hecho nuevo, había sido ya descubierto
medio siglo atrás por un olvidado monje de la Silesia austríaca.
El
mensaje del siglo XIX pretérito fue proclamado en el mundo
entero en los albores del siglo presente y recogido como un
estandarte por una multitud de científicos que elevaron sobre
sus cimientos el monumental edificio de la "Genética
Moderna"
En
los comienzos de nuestro siglo se consideró todavía la Genética
como la disciplina científica exótica. La undécima edición
de la famosa Enciclopedia Británica, publicada en 1910, ignoraba
la existencia de esta disciplina y la edición decimocuarta,
de 1939, daba cuenta de ella en sólo tres párrafos.
Pero,
a partir de las postrimerías de la década del 30, la Genética
invade el campo de la Química y de la Biología y hacia 1950
una verdadera explosión cognoscitiva tiene lugar en este nuevo
campo de las Ciencias. La edición más reciente de la Enciclopedia
(1965) concede 15 páginas al tema de la Genética. Una proporción
elevada de los Premios Nobel concedidos en las tres últimas
décadas ha sido otorgada a científicos interesados en este
campo fundamental de la Biología y de la Medicina que es la
Genética Humana.
La
palabra "genética" fue acuñada y puesta en circulación
hacia el año 1906 por el biólogo inglés William Bateson para
designar la rama de la ciencia que se ocupa de las causas
determinantes de las similitudes y diferencias entre los individuos.
Se ha definido también la Genética como la "rama de la
Biología que investiga la fisiología de la herencia, los mecanismos
por los cuales se conserva y se trasmite la semejanza entre
los padres y los hijos, así como el origen y la significación
de las variaciones y mecanismos por los cuales dichas semejanzas
se modifican y transforman". (Braier: "Diccionario
Enciclopédico de Medicina").
La
teoría cromosómica de la herencia individual entiende que
cada cromosoma está constituido por partículas o "genes"
destinados a cumplir misiones específicas en la transmisión
de los caracteres hereditarios. El conjunto de genes contenidos
en los cromosomas o "genomio" es necesario para
el desarrollo normal del individuo.
De
acuerdo con las leyes postuladas por Mendel en 1865 la herencia
está determinada por la acción de "pares" de elementos
o factores (llamados genes) de los que uno es "dominante"
(o "fuerte") y el otro "recesivo" (o "débil").
Una pareja de genes puede estar representada por dos genes
dominantes, uno dominante y otro recesivo o por dos genes
recesivos. Estas consideraciones son de máxima importancia
para la herencia de rasgos tanto normales como patológicos
en las especies vivientes incluyendo al hombre. Debe
saberse que cada progenitor trasmite a su prole solamente
uno de los dos elementos de la pareja de genes que presiden
la transmisión de las características hereditarias. Cada
especie tiene un número determinado de cromosomas. Así, el
ratón posee 29 pares, el caballo 33 pares, el perro 39 pares
y los chimpancés 24 pares de cromosomas. Durante un tiempo
se pensó que la especie humana poseía también 24 pares de
cromosomas en las células del organismo (como los monos antropoides)
hasta que los científicos Tjio y Levan demostraron concluyentemente,
en 1956, que la especie humana posee 46 cromosomas en sus
células somáticas. Casi al mismo tiempo se reveló que las
células germinales, el óvulo y el espermatozoide, contienen
23 pares de cromosomas. Se distinguen dos grandes tipos de
cromosomas, los comunes a todas las células del cuerpo o "autosómicos"
y los ligados al sexo del individuo o cromosomas "sexuales"
(X-Y).
En
1909, el biólogo sueco Johanssen propuso el nombre de "gene"
o "gen" para designar la unidad genética elemental
contenida en los cromosomas. El gene representa la unidad
básica en el proceso de transmisión de los caracteres hereditarios.
Se estima que existen unas 10.000 clases diferentes
de genes, cada uno de los cuales ocupa un lugar determinado
(locus) en una de las 23 clases distintas de cromosomas presentes
en las células humanas. Estos genes poseen la facultad extraordinaria
de duplicarse en cada división celular dando origen a dos
genes por completo idénticos al gene original. Según el famoso
genetista George Beadle "nadie ha visto un gene, excepto
en forma indirecta empleando un microscopio electrónico y
esto solamente en tiempos sumamente recientes. A causa de
su pequeñez los genetistas se ven obligados a "ver"
los genes mediante la observación de su efectos sobre la totalidad
del organismo".
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